“No es un gran negocio, pero me voy defendiendo. Este negocio lo tengo desde cuando mi esposo estaba vivo. Yo le decía a él que yo quería hacer algo, porque no quería depender de él. Pero él no quería. Dios sabe cómo lo lleva a uno, porque yo me fui preparando, poco a poco, sin saber que me iba a quedar sola”.
Nora vende ropa, no tiene un local, sino que vende ropa de puerta en puerta. A pesar de la oposición de su esposo, Nora estaba determinada a tener su propio negocio. Su esposo, preocupado por lo que dirían los demás, inicialmente se resistió a la idea. Sin embargo, Nora, con el dinero ahorrado y su determinación, logró empezar su negocio, primero vendiendo sandalias y luego expandiéndose a ropa y otros artículos.
Nora tiene dos hijos, gracias a su pequeño negocio, ha podido sacarlos adelante. Su hijo está terminando en la universidad. Y su hija comenzará a estudiar para aprender un oficio: “No quiero que ella dependa de otra persona. Porque es bien bonito cuando uno depende de uno mismo. A mí me costó mucho conseguirlo”.
Desafíos y Estrategias: El Inicio del Negocio de Nora
Nora nunca lo tuvo fácil, “Mis padres fueron muy pobres. Nos criaron trabajando en casas”. Cuando Nora se casó, la situación no mejoró: "Mira, me dijo mi esposo, no hacemos nada aquí”. Cultivaban maíz y frijol y apenas lograban subsistir: “Entonces, tuvimos que tomar la decisión de que él se fuera”. El esposo de Nora migró a los Estados. Durante años, Nora gestionó las remesas que él enviaba, con ellas mantenía a su familia, fue invirtiendo en la finca de café que habían comenzado con apenas unas tareas, y supo aprovechar la oportunidad: “gracias a esto, pude ahorrar, porque si él hubiera estado aquí, no lo hubiera podido hacer”.
Adaptación y Resiliencia: Enfrentando la Oposición y la Pérdida
Cuando su esposo regresó de los Estados Unidos, “sentía vergüenza de que yo me metiera a andar vendiendo”. A Nora le costó convencer a su esposo. Él no quería que ella emprendiera:
“Yo tenía unos centavos ahorrados de lo mismo que él me mandaba. Yo iba ahorrando, poquito a poquito. Vivía ahorrando de lo mismo que él me daba para mi comida. Cuando él vino, ya vino enfermo. Pero yo me dije: yo tengo que ver qué hago. Entonces, de lo mismo que yo tenía ahorrado, lo utilicé para mi negocio. Empecé mi negocio con la venta de yinas, de sandalias, así empecé. Él no quería, porque a él le daba vergüenza que yo hiciera eso. Pero le dije: yo voy a empezar, yo voy a hacer esto y lo voy a hacer. Y así fue como empecé, con una docena y media de yinas. Las eché en un bolsón y empecé a salir a las casas. Yo vi qué rápido las vendí, y rápido dijo él: está bonito esto. Así empecé. Y ya después, me tiré a vender ropa. Y así es como hemos logrado, ir sobreviviendo con mis hijos. Pronto él murió. Lastimosamente, solamente le delató un año, después de su regreso. Y me quedé sola. Ni cuando él murió, él se dio cuenta de ese dinero. Y aún de ese dinero que yo tenía ahorrado, me sirvió para la vela, me sirvió para el entierro y me sirvió para arreglarle un nicho. Y aún él ni cuenta se dio de ese dinero. Y, como le digo, pues a mí me ha servido mucho. Soy una mujer luchadora y tengo mis hijos excelentes, gracias a Dios.”
Hoy, Nora es un ejemplo de empoderamiento y resiliencia. Sus esfuerzos no solo le permitieron sobrevivir, sino también ofrecer un futuro mejor a sus hijos.
La historia de Nora Daisy Hernández de López es un poderoso recordatorio de cómo la migración, a menudo vista bajo una perspectiva masculina, puede ser también una fuente de empoderamiento y transformación para la mujer rural. Nora no solo se adaptó a las circunstancias, sino que las utilizó para crear un camino de independencia y éxito para ella y su familia. En este Día de la Persona Migrante, su historia resuena como un testimonio de resistencia, empoderamiento y esperanza.