Las niñas y mujeres en El Salvador

 

Las mujeres y niñas en El Salvador

 

Situación de los derechos de las mujeres y las niñas en El Salvador

En los últimos años se han dado saltos cualitativos en el camino a la igualdad de género en El Salvador. Y, en dicho contexto, gracias al activismo de las organizaciones de mujeres, el movimiento feminista y el compromiso de mujeres parlamentarias, en los últimos años se han aprobado leyes, bajo estándares internacionales de derechos, que representan auténticos hitos: 

  • Ley de Protección Integral de la Niñez y Adolescencia - LEPINA (2009). 
  • Ley de Igualdad, Equidad y Erradicación de la Discriminación contra las Mujeres – LIE (2011).
  • Ley Especial Integral para una Vida Libre de Violencia para las Mujeres – LEIV (2012).
  • Ley de creación de los juzgados y tribunales especializados en violencia y discriminación contra las mujeres (2016).
  • Reforma al Código de Familia que prohíbe el matrimonio de personas menores de 18 años (2017). 

De igual forma, han aumentado sustancialmente la disponibilidad y la calidad de los datos asociados a los progresos en la igualdad por medio de:

No obstante, persisten brechas en todas las áreas de autonomía de las mujeres y niñas, reflejando las barreras que aún enfrentan, solo por el hecho de ser mujeres, para participar plenamente en las oportunidades sociales, económicas, políticas y culturales, a lo largo de todo su ciclo de vida. 
 

Las mujeres y niñas en El Salvador

 

Violencia por razón de género

El Salvador es uno de los más países más peligrosos del mundo debido a la violencia social que impacta la vida y el desarrollo de sus habitantes. 

Y aunque esta problemática afecta a toda la población, existen múltiples formas de violencia que las mujeres y niñas enfrentan sistemáticamente a lo largo de toda su vida y que, por ser diferentes, requieren respuestas diferentes.

De acuerdo con información del Ministerio de Justicia y Seguridad Pública (MJSP), así como de la Fiscalía General de la República (FGR), durante el año 2020 la tasa de muertes violentas de mujeres fue de 3.42 por cada 100 000, lo que en números absolutos corresponde a 115 feminicidios. 

Pero para entender la dimensión completa del fenómeno se deben agregar los 15 suicidios feminicidas por inducción y los 51 feminicidios en grado de tentativa que, al sumarse a las muertes violentas, incrementan la tasa a 5.38 por cada 100 000 mujeres. Por otra parte, en el 2020 se reportaron 469 mujeres desaparecidas.

Para el año 2021 las cifras indicaron una tasa del 6.50 por cada 100,000 mujeres, incluyendo muertes violentas, suicidios feminicidas por inducción y feminicidios en grado de tentativa. Y se reportaron 464 mujeres desaparecidas. Ese mismo año, la FGR reportó 18 casos de graves amenazas a personas de la comunidad LGBTI+, de las cuales el 33 % correspondió a mujeres.

Con respecto a la violencia sexual, durante el 2021 la FGR reportó 2700 casos, lo que representó un incremento del 24 % en relación con el 2020. Además, se mantuvo la tendencia de que las víctimas de este tipo de violencia (77 % de los casos) son mujeres jóvenes y niñas menores de 18 años; lo que a su vez se estima que es causa de la alta tasa de embarazos adolescentes. 

Si bien la exposición a la violencia se intensifica en el ámbito público, también es muy alta en el privado. Por otra parte, en los municipios con altos niveles de concentración poblacional es donde se ubica el mayor número de muertes.
 

Trabajo doméstico y de cuidados no remunerado

La Encuesta Nacional del Uso del Tiempo (DIGESTYC - ENUT 2017), reflejó que las mujeres dedican un 21.4 % de su tiempo diario a los quehaceres domésticos y de cuidados, mientras que los hombres dedican, en promedio, solo el 9.9 %. 

Adicionalmente, 37.5 % de las mujeres jóvenes entre 15 y 24 años, en contraste con un 14.1 % de los hombres, no estudian ni trabajan con remuneración y realizan tareas de cuidado. 

La desproporción en la distribución del trabajo de cuidados muestra que la feminización de los cuidados genera impactos diferenciados entre mujeres y hombres. En otras palabras, crea obstáculos para la autonomía económica de las mujeres; así como para su participación en las esferas sociales, políticas, económicas y culturales. Estos obstáculos se incrementan en el caso de las mujeres rurales, indígenas y campesinas.

Vulnerabilidad ante los efectos del cambio climático

Otro factor de alta vulnerabilidad para la población salvadoreña, que tiene un impacto diferenciado en la vida de las mujeres, es el cambio climático. 

Según el Índice de Vulnerabilidad Socioeconómica (IVS) y el Índice Municipal de Riesgo Manifiesto (IRM), 115 de los 262 municipios de El Salvador se encuentran en situación de vulnerabilidad media, alta o extrema, afectando al 63 % de la población. 

Así, los impactos de la escasez de agua, por ejemplo, los sufren más las mujeres debido a que entre sus responsabilidades tradicionales se encuentra la de administrar y satisfacer las necesidades primarias del hogar (MARN 2018).

Todas estas brechas se amplifican en numerosos grupos de población para quienes las desigualdades por razón de género interactúan con otros factores de discriminación: mujeres rurales, campesinas e indígenas, mujeres con el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), mujeres LGBTI+ y mujeres con discapacidad. 

Hoy por hoy, demográficamente, el país se encuentra ante un importante bono de género (53.3 % de la población son mujeres - DIGESTYC 2020); por tanto, al generar las oportunidades de participación para ellas en todas las dimensiones, podrían concretarse beneficios reales con efectos en el desarrollo sostenible de toda la sociedad.

Consulta el documento completo del “Perfil de país según igualdad de género” aquí.